
Que difícil afrontar realidades que nos hemos negado a aceptar, la perdida de un ser querido por ejemplo, uno jamás piensa que nos dejará, pero ignoramos que todos tenemos un día y hora para dejar este mundo sin poder regresar, el dolor de saber que jamás podrás volver a abrazar, besar o acariciar a una persona nunca más, es tan grande que te consume y devora sin piedad.
Un dolor más grande es la pérdida de una persona pero no porque haya muerto, sino porque dejo de estar a tu lado por diferentes circunstancias, y quizás ese tipo de dolor sea más agudo en algún momento, porque si bien es cierto esta cerca de ti aun, al mismo tiempo esta bastante lejos de lo que piensas.
Entonces es una relación espectador - vitrina donde tu ves lo que anhelas deseas y necesitas para sentirte feliz pero no es tuyo y quizás no lo será jamás, entonces el dolor se vuelve crónico desesperante, sin sentido pero necesario, como un analgésico que te calma el dolor pero no te cura.
Que difícil recordar que esa relación espectador vitrina una vez fue normal, llena de amor, comprensión mutua y de pronto se llenó de diferencias irreconciliables, envuelto en un dolor neurálgico que invade tu corazón hasta el punto de cegarte, doparte y aniquilarte.
Ahora quizás el pensar en una separación nos hace ver otras opciones, otras ventanas para analizar y hacernos sentir al mismo tiempo otras texturas del dolor, decidir separarse no es fácil es muy radical, complicado y demás, pero al evaluar las opciones que tenemos para elegir, muchas veces es lo mejor que podemos hacer por respeto a la memoria de lo que pudo ser y no es más.